Sunday, June 30, 2013
Oscar Wilde and I
Saturday, June 22, 2013
La Guerra Mundial contra los Zombis - World War Z (2013)
Aunque
consciente de las repetidas críticas a World
War Z por tomarse tantas libertades con la serie de libros escrita por Max
Brooks, y pese a que no estaba particularmente complacido con el pesado uso de
zombis digitales que vi en los tráilers, World
War Z me pareció una película muy entretenida, que involucra al espectador y
que cuenta con grandes momentos de suspenso cinematográfico. Sin la sanguinolenta
violencia — el gore — de otras aventuras con zombis como 28 días después y otras similares, WWZ comparte con ellas esos rápidos y cinéticos zombis que son capaces
de proezas físicas que probablemente estos no-muertos no fueron nunca capaces de
realizar en vida.
Dicho
sea de paso, la trama no es uno de los fuertes de la película, aunque resulta muy
capaz de disfrazar este hecho con un ritmo energético y una variedad de
ubicaciones geográficas. La locura de los zombis empieza abruptamente y el comando
central de la batalla parece estar decidido a poner al ex oficial de las
Naciones Unidas Jerry Lane (Brad Pitt) en un avión a salir en busca de los orígenes
de la enfermedad. Pero apenas se sube éste al avión, parece que a nadie le
vuelve a preocupar su suerte o su misión, salvo a su esposa. La cinta sigue por
supuesto a Brad Pitt en todo el trayecto. Desde Nueva Jersey a una nave de la Marina
de los EEUU, y de ahí a una base norteamericana en Corea del Sur — una secuencia
filmada enteramente en tinieblas y donde no vemos un solo zombi asiático — luego
Israel y, finalmente, el País de Gales. Es aquí donde nuestro héroe, apoyado
por lo que queda del personal científico de una base de la Organización Mundial
de la Salud, es capaz de articular y poner en práctica su teoría sobre cómo
evitar los ataques de los zombis.
Pero ninguna
trama cinematográfica lo es todo, y las escenas de acción juegan unas cartas
inesperadas y muy disfrutables, y lo logran únicamente usando una pizca de suspenso
y realismo psicológico. Una muy bienvenida adición al género del director suizo
Marc Foster (que también dirigió The Kite
Runner, Monster’s Ball y la
fallida aventura de Bond Quantum of
Solace), especialmente porque la violenta sanguinolencia de los zombis parecía
haber llegado a un punto sin retorno. Quizá alguien se hartó de ella. O quizá haya
otra explicación más sencilla: el género estaba simplemente esperando que se
involucre una estrella ya consolidada como Brad Pitt, una clasificación para
menores de 13 años, y el desarrollo de unas masivas ambiciones de taquilla.
World War Z (2013)
Though I was aware of the repeated criticism to World
War Z for taking so many liberties with the book series by Max Brooks, and I was
not particularly pleased with the heavy use of digital zombies that I saw in
the trailers, I found World War Z an engaging and highly entertaining movie
with great moments of cinematic suspense. Without the gore of previous zombie
adventures like 28 Days Later and the like, WWZ shares with them the fast, kinetic
zombies that are capable of physical feats that probably the undead were never able
to do while being alive.
By the way, the plot is not one of the movie strengths and the
film is quite able to mask this fact with an energetic pace and a variety of locations.
The zombie craze starts abruptly and the commanding center of the fight against
the zombies seems to be determined to get former UN officer Jerry Lane on a
plane to find the origins of the zombie disease, but as soon as he gets in the
plane, it seems that nobody cares anymore about his fate or his mission –except
his wife. The movie of course follows Brad Pitt all along. From New Jersey to a
US Navy ship and from there to an American military base in South Korea –a
sequence filmed entirely in the dark and where we do not see one single Asian zombie—,
then Israel and finally Wales. It is here that our hero, supported by the
remaining science staff of a World Health Organization facility, is able to
articulate and put into practice his theory about how to avoid zombie attacks.
But the plot of any film is not everything, and the action scenes
play some unexpected, enjoyable cards only by involving a bit of suspense and psychological
realism. It’s a welcome addition by Swiss director Marc Foster (he also
directed The Kite Runner, Monster’s Ball
and the failed Bond adventure Quantum of
Solace), especially because the zombie gore had seemed to arrive to a point
of no return. Maybe somebody got tired of this. Or maybe there is another, easier
explanation: the genre was simply waiting to involve a consolidated star like
Brad Pitt, a PG-13 rating and develop massive blockbuster ambitions.
Saturday, June 1, 2013
Spiral (2007)
This is the little film that couldn't. Predictable from the very
beginning, Spiral tells the story of
a man tormented by nightmares of having done something bad – something that
smells like homicide… and after one and a half hours that feel like labor pains
we finally realize that the smell – or the stink, to say it properly – is real.
Adam Green and Joel David Moore are credited as directors, with Moore doubling
as the actor in charge of Mason, the main character
Mason is a shy but competent insurance telemarketer by day
and oil painter by night, a loner who is afraid of human contact and whose only
friend is Berkeley, his office boss (Zachary Levi), a friendship that can only
be the contraption of a mediocre script. Add to this the stage entrance of
Amber (Amber Tamblyn), a perky and attractive young woman who works nearby that,
unexpectedly of course, is also attracted to this social outcast who, as the
movie plot thickens, we come to know that has more success with the ladies that
the infamous college boy Van Wilder, a good luck that he uses to turn the
unwise girls into his victims after he paints their portraits.
Though Spiral feels
more like a waste of time than anything else, I have to concede that it
succeeds in avoiding the staple serial killer gore and in allowing the neurotic histrionics
of Joel David Moore run wildly free. My advice to the movie lovers: watch it only
as a last resort.
Voces de los Andes
Con una
narración zigzagueante y a veces caótica pero pausada y respetuosa de la
majestuosidad andina, y realizada con el pretexto de un recorrido por los
Caminos del Inca, “Voices of the Andes” (2009) – dirigida por Stephane Pachot –
es uno de los más bellos documentales sobre mi amado Perú que haya visto alguna
vez. Las “voces” de las que habla el título son las de mineros jubilados,
artistas andinos, mujeres agricultoras o maestras de artesanía, quienes han
sido elegidos por su arquetípica resonancia, y cuyas historias a veces simplemente
rebosan ternura, otras veces son reminiscentes de la explotación y la violencia
sufrida por nuestra gente andina, o simplemente reflejan un estoicismo a imagen
de la desafiante naturaleza del entorno. Con imágenes de una belleza deslumbrante,
los silencios de nuestra gente indígena y la a veces desconcertante banda sonora de la
cultura popular andina “moderna” propagada por la radio y los altavoces de las
plazas, se superponen en un mosaico que impregna al espectador, más allá de sus
detalles tópicos, con esa infinita ternura que brota de nuestra gente del ande
como un inagotable manantial.
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